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Después de unos años difíciles durante la pandemia, Paul Seay está feliz de ver que más personas vienen a las dos iglesias metodistas que pastorea en Abingdon, Virginia.
Aun así, no puede evitar preguntarse: ¿qué pasó con las personas que nunca regresaron?
«Algunos habían estado muy involucrados y simplemente se fueron», dijo Seay, quien dirige la iglesia Charles Wesley United Methodist Church, una congregación históricamente negra, y la iglesia Abingdon United Methodist Church (United Methodist Church, en adelante UMC por sus siglas en inglés), una gran iglesia de ladrillo rojo al final de la calle.
En su punto más bajo, la iglesia Charles Wesley tenía una asistencia de unas seis personas. Las cosas no llegaron a estar tan mal en Abingdon UMC, que tenía alrededor de 180 congregantes antes de la pandemia. Pero también tuvo dificultades a causa del impacto del COVID-19.
Sus iglesias no fueron las únicas. Según un nuevo estudio sobre el impacto de COVID-19 en la iglesia estadounidense realizado Arbor Research y Church Salary, una publicación hermana de Christianity Today, más de una de cada tres iglesias vio una disminución en la asistencia entre 2020 y 2022. Y aunque muchas congregaciones como la de Seay, han visto un crecimiento desde sus días más oscuros, todavía parece que les faltan algunas personas.
«No era raro en las conversaciones con pastores», encontraron los investigadores, «escuchar historias de “un tercio” o “la mitad” o “20 %” de una congregación que no regresó una vez que se reabrieron las puertas».
Charles Wesley UMC ahora tiene alrededor de 20 personas en un buen domingo, y Abingdon UMC ha crecido a alrededor de 200. Pero Seay todavía recuerda a las personas que ya no están en los bancos. ...